domingo, 12 de julio de 2020

El maravilloso poder de la palabra en un espectáculo de Carlos Rubio


El COVID trajo aislamiento pero al mismo tiempo una posibilidad de apertura a otras realidades y a manifestaciones artísticas y culturales que, si no fueran gracias a las nuevas tecnologías, seguirían estando muy lejanas. Hoy las distancias se acortaron, las fronteras se rompieron y las paredes de las casas parecieran que se diluyeron gracias a otras maneras de comunicarse. Muchas instituciones asumieron el compromiso de cambiar y adaptarse a las nuevas necesidades.
Hace tan solo unos minutos terminé de participar como asistente del espectáculo DE CUENTO EN CUENTOS con Carlos Rubio organizado por la Biblioteca Nacional y la Universidad de Costa Rica. A la hora señalada Don Carlos ingresó en la pantalla y creo un mundo ficcional maravilloso. Tres regalos había obre una mesa, tres regalos que eran para él pero que, paradójicamente, nos los regalo a todos. Gracias a cada una de esas cajas pudimos ingresar al maravilloso mundo de los cuentos. Primero de la mano de un guisante nos adentramos en el cuento de Andersen en el que se narra la historia de esa princesa que no pudo dormir en toda la noche por la incomodidad de un guisante que había debajo de veinte colchones y edredones. Fue una noche de insomnio como podemos tener muchos de nosotros pero a ella le sirvió para demostrar que era una princesa de verdad.
Luego fue el turno a una segunda caja que contenía una gran nariz que sirvió como disparador para narrar el cuento “El grandioso pleito de Ronco Rompenarices y Máximo Puñodoro” de Carlos Rubio. En este segundo momento pudimos disfrutar de un cuento pero desde la voz de su autor, hecho que siempre le da un mayor peso a la historia pues al ser el creador usó el tono justo en cada momento. Un maravilloso texto de gran calidad que fue presentado con el recurso del kamishibai o teatro de papel, propio de la cultura japonesa.
Para cerrar, la tercera de las cajas contenía un libro de la gran Carmen Lyra. No podía ser para menos en este año de festejos en torno a su Cuentos de mi tía Panchita que la propia Lyra se hiciera presente en la historia de cierre. El cuento El regalo de Chabela que narró Rubio permitió ingresar a un mundo en el que se unió lo biográfico con lo ficcional. En el parque de Chapultepec, una Chabela cansada que pensada “en el país que la esperaba” se encuentra con Tío Conejo que le propone un viaje de regreso. Esa propuesta no es otra cosa que un maravilloso recorrido por la literatura universal, de la que se vale Carlos Rubio como conocedor de ella. Así hacen su aparición las botas de siete leguas de Pulgarcito, la carroza de Cenicienta (cuento que a mi parecer – y el de Rubio creo que también – es uno de los más maravillosos jamás creados), el barco de oro del rey Midas y una alfombra voladora. Nada de esto la levanta a Carmen del asiento de la plaza pero lo que ella hace es escribir con un lápiz en el aire la palabra LIBERTAD que la guarda en algo tan sencillo como un pañuelo banco. Pienso que tal vez al tomar cada uno de nosotros ese pañuelo, la palabra que escribió  en el aire cobre una nueva materialidad.
Tres momentos distintos, tres historias diferentes pero enclavadas en un marco muy shakesperiano de teatro dentro del teatro. La genialidad de Carlos Rubio se hizo presente para hacernos pasar un hermoso momento en el que alguien narró historias en voz alta como en el pasado.
Gracias por esas historias, gracias por esa voz. Gracias a los organizadores por estos eventos que nos permiten conocer más de la cultura de Casta Rica que no es otra que la gran cultura de nuestra gran América.

Buenos Aires, 10 de julio de 2020