CUENTOS
PARA ABUELAS Y NIETOS
DE NÉLIDA NORRIS
Buenos Aires, Corregidor,
2002. 173 pp.
ISBN 9789500514293
Marcelo Bianchi Bustos
Academia
de Literatura Infantil y Juvenil- ILCH
En la narrativa
para niños y jóvenes de Nélida Norris hay una serie de elementos que permiten
incluirla dentro de lo que algunos críticos denominan literatura de
aprendizaje. La obra está formada por doce cuentos y en cada uno ellos hay
temáticas muy fuertes que, desde la subjetividad de la autora, colaboran en el
aprendizaje y desarrollo del lector. La decisión de trabajar con este tipo de
Literatura pone a su obra en relación con tantas otras como el Emilio de Jean Jacques Rousseau, Los años de aprendizaje de Wilhelm
Meister de Johann Wolfang Goethe o Los
capitanes de la arena de Jorge Amado. En todos ellos hay un crecimiento de
los personajes que no es traumático sino que sólo tiene que ver con los cambios
que son producto de la edad. Retomando algunas de las ideas de Carl Jung, en
todo adulto hay un niño eterno en constante formación, en constante
aprendizaje. Esto es lo que ofrecen los cuentos de Norris, cambio y aprendizaje
pero desde la perspectiva de los niños y los jóvenes.
No es que se trate de cuentos didácticos pues cada uno de ellos es altamente plurisignificativo y no pueden dejar de ser pensados como piezas literarias, sino que, por las temáticas profundas que tratan, sirven para aprender sobre temas diversos. Esas temáticas profundas que se abordan tienen que ver con la amistad, el respeto y amor hacia los animales, la compasión y el perdón, entre otras. No son temas banales sino preocupaciones de índole moral que en esto tiempos sería tan importante que se recuperaran por pedagogos, adultos y jóvenes.
En Cuentos para abuelas y nietos hay una
apuesta muy fuerte a tratar temas complejos con un exquisito uso del lenguaje
culto al que tal vez los jóvenes hoy estén desacostumbrados. Pero sin embargo
eso no es un obstáculo sino un desafío pues se está frente a una obra escrita
con maestría que demuestra que la literatura para niños y jóvenes no es algo
menor y carente de calidad. La autora usa ese lenguaje con una gran maestría
recurriendo a descripciones muy precisas que posibilitan que el lector imagine
visualmente cada una de las cosas que describe.
La gran
competencia cultural de Norris se hace presente en “La apuesta de Minerva”, un
cuento en el cual hay una fuerte presencia de identidad femenina signada en
este caso por el arrojo. El hecho de tomar el nombre de la diosa romana posee
un especial significado pues el personaje del cuento, como sugiere la
etimología está “lleno de sabiduría” y como buen símbolo de la estrategia, logra
con su propósito de aprender a pilotear un avión, elevándose con ese vuelo al
logar su deseo. En el cuento aparece el uso de la picardía pero como un recurso
para obtener algo sin hacer en los errores y defectos de los pícaros de la
literatura.
Otro aprendizaje
se observa en “Los buscadores de oro”, donde la amistad entre dos seres tan
distintos como el rústico Cardo y la sofisticada Melba muestran que su lazo puede
ser más importante que el propio oro. Allí se hace presente el saber popular
que considera que el paso de una estrella fugaz puede ayudar a cumplir un deseo
muy fuerte.
Conocedora de lo
atractivo que resultada para los niños y jóvenes los temas vinculados con la
mitología, incluye un cuento en el que juega con la curiosidad lector por
conocer el origen y simbolismo del unicornio, ese animalillo candoroso y de
legendario cuerno. Se trata de “Los
milagros del viento y la luna” en el cual hay fuertes vinculaciones con esta
figura mítica que, como dice Cirlot (2014), simboliza por un lado la castidad
pero fundamentalmente es emblemático de la espada o del poder de Dios. Más allá
de que con el devenir histórico su significado fue cambiando, en el cuento Pablo,
un personaje, nunca abandona la idea que el unicornio posee el poder
purificador que le atribuyó el simbolismo cristiano.
Hay un cuento que
merece especial atención, “Sócrates vencedor”, en el cual se narra la historia
de un perro con un final feliz. Se trata de un cuento que toma a un personaje
prototípico de la literatura como los perros, creando un personaje entrañable
que puede ser puesto al mismo nivel que Cipión y Berganza de Miguel de Cervantes
u Orfeo de Miguel de Unamuno. Aquí el personaje es simpático y tierno y puede
ser puesto en relación con muchos perros de la literatura infanto – juvenil.
Como decía al
inicio de esta reseña, hay mucho en este libro de cuentos de aprendizaje. Tal
vez ya desde el título está esta idea de un cuento que une a las abuelas y los niños,
donde la palabra cobra un especial valor. Es por medio de la palabra que se
aprende, que se crece, que se cambia. En esa cadena de intertextualidades que
muchos textos ofrecen, desde el título y desde la tapa del libro en la que una
abuela está sentada con un libro en la mano y tres niños la rodean, hay un
guiño al lector pues remite a los Cuentos
para los niños y el hogar de los Hermanos Grimm. Esa imagen de la tapa posee
una gran “potencia”, concepto del historiador
del arte Georges Didi-Huberman, pues es sumamente hermosa desde su valor simbólico y sirve como una puerta
de entrada al mundo de Nélida Norris que busca volver a generar ese vínculo
entre generaciones por medio de la lectura, pero no de cualquier tipo de
lectura sino de textos bien escritos que aborden temas y valores universales.
Referencias
bibliográficas
Cirlot, Juan Eduardo, Diccionario de símbolos, Buenos Aires,
Siruela, 2014.