Marcelo Bianchi Bustos
La denominación Prácticas
del Lenguaje refleja una concepción que privilegia como objeto de enseñanza las
prácticas mismas: hablar y escuchar, leer y escribir, es decir las cuatro operaciones básicas de toda lengua.
Los intercambios entre
los hablantes, sin embargo, así como la lectura y la escritura, que son
prácticas, incluyen aspectos que resultan poco accesibles a la
conceptualización. Para desempeñarse como hablantes, lectores y escritores no
es necesario tomar conciencia de cuáles son las acciones involucradas, pero
esta toma de conciencia –como así también el desarrollo de la propia oralidad y
la escritura académica– es imprescindible para la enseñanza y, en consecuencia,
para los futuros docentes. Objetivar en qué consisten las prácticas permite
esclarecer cuál es el objeto de enseñanza y definir cuáles son los contenidos
en él involucrados.
Las Prácticas del Lenguaje,
por otra parte, constituyen un área indispensable para la formación de docentes
del Nivel Inicial, dado que atraviesan todas las situaciones de la vida social
extraescolar de los niños.
Fundamentalmente a través
del lenguaje –aunque no solo a través de él– es que los niños se comunican, en
general, con otros niños, en sus juegos, y con los adultos; como medio para
acceder a diversos estilos y normas de la vida familiar referidas tanto a la
alimentación desde los primeros días de vida, como al sueño y al cuidado de sí
mismos y del ambiente que los rodea; como concreción de las diversas formas de
relacionarse, de ir adjudicando roles y creando expectativas respecto de los
adultos que integran el entorno de los niños. Del mismo modo, casi todas las
situaciones que tienen lugar en la escuela se vehiculizan a través del
lenguaje: la recepción de los pequeños y la despedida, la relación que los niños
entablan entre sí, la orientación para desplazarse por los lugares permitidos y
mantenerse alejado de los no permitidos, para permanecer y organizarse en
espacios privilegiados de la institución como lo son el patio de juegos, el/las
aula/s, los sanitarios; las conversaciones de todo tipo, la formulación de
pedidos y preguntas, la expresión de emociones y deseos, la comunicación de los
contenidos disciplinares –el lenguaje es una herramienta privilegiada para
aprender–, el intercambio de relatos anecdóticos o personales y, por supuesto,
el acceso a narraciones literarias, a canciones, poemas y a obras de otros
géneros.
Por todo ello, en el ámbito
de la formación, los futuros docentes deben disponer de espacios donde
reflexionar como practicantes de las Prácticas del Lenguaje, conceptualizarlas
y advertir la incidencia de las variables pragmáticas: la intencionalidad del
hablante o el escritor, la presencia real del/los interlocutor/res o
destinatario/s en los enunciados lingüísticos orales y escritos, la reorientación
de los discursos orales por influencia de las intervenciones del interlocutor,
la importancia del contexto y del nivel de mayor o menor formalidad del mismo,
los sobreentendidos o explicitaciones determinadas por el conocimiento previo
que los participantes en determinada situación de comunicación adjudican a su/s
interlocutor/es o destinatario/s, el conocimiento de los participantes del o
los temas que se tratan, etcétera.
La reflexión como
practicantes de las Prácticas del Lenguaje – recuperando las variables
contextuales que han sido históricamente poco consideradas en la enseñanza–,
así como la conceptualización de dichas prácticas y el estudio de diversos
desarrollos teóricos, debe dar lugar a que los estudiantes avancen hacia la
construcción de una mirada profesional y accedan a la instancia de
conceptualización didáctica de las situaciones que ofrece el jardín para
permitir a los niños el ejercicio de las prácticas de los hablantes, lectores y
escritores, ya que las mismas, principalmente en el Nivel Inicial, se adquieren
progresivamente por participación, ejerciéndolas para adquirirlas. De allí la
necesidad de que los futuros maestros ahonden en el análisis de los contextos
donde se justifique ejercer las prácticas, para disponer de herramientas que
los ayuden a anticipar y asegurar las condiciones didácticas que otorguen
sentido a las mismas.