Entrevista realizada por el periodista Guillermo Alfieri, el domingo 15 de agosto de 1993, docente de la carrera de Comunicación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos.Introducción: Dora Pastoriza de Etchebarne es doctora en Filosofía y Letras y exhibe el particular privilegio de haber presentado su tesis sobre un tema insólito para ese entonces (1950): Los cuentos de hadas. "Ciertas historias, de origen inmemorial, objetivan valores míticos del inconsciente colectivo. Resolvían los miedos (a la muerte, al poder, a las pérdidas) de una forma que hoy interesa también a los psicólogos", comenta pausadamente.Invitada por el Departamento de la Mediana y Tercera Edad de la Facultad de Ciencias de la Educación para el lanzamiento del Club de Narradores, se hizo tiempo para un coloquio. Los efectos de la cultura audiovisual, el ritmo alocado de la vida moderna y los beneficios de dejarse llevar por las historias escondidas entre las líneas de un buen libro sirvieron de excusa para que la licenciada Pastoriza de Etchebarne expusiera, como en un cuento, en qué consiste "oír la lectura". Fue en la Redacción de El Diario, antes de emprender su regreso a la Capital Federal.La Dra. Dora Pastoriza de Etchebarne nació el 16 de agosto de 1917 y murió el 12 de noviembre de 2000.
Dora: -¡Hay Dios mío, qué pregunta! Si fuera capaz de responderla tendría que escribir un libro, un libro grande. Digo en resumen, que hay que leer para salvar el alma, para salvar la libertad. ¿Sabe por qué? Porque leer es mirar para adentro y en momento en que las circunstancias y los avances tecnológicos nos obligan a mirar hacia afuera, agradecidos por el avance científico empleado en bien del hombre, hay un gran peligro de deshumanización. Es trascendente que podamos hacernos un espacio para estar solos, con uno mismo, con un libro en las manos, al que hemos abierto haciendo sonar despacito las hojas... El placer de adentrarse en los libros que uno ha comprado y enfrascarse en la lectura y VER LO QUE SE LEE. Hablo así porque estoy pensando en niños, en jóvenes, no únicamente en adultos. Generar imágenes propias, a la medida de la propia necesidad espiritual, es para mí un camino de libertad.
Periodista: -¿Es necesario el ritual para leer o se lo puede hacer en cualquier parte, en cualquier instancia?
Dora: -Me gusta la palabra ritual. Esa lectura a la que aspiro, a la que me acostumbraron desde muy niña, tiene que ser con caracteres de ritual. Es proponerse "ahora quiero estar sola, quiero leer".
Periodista: -¿Narrar para contar o para ver?
Dora: -Necesariamente tengo que referirme a la creadora de este encuentro de almas que es el Club de Narradores. Esto se debe, de manera muy especial, a la profesora Martha Salotti, ya fallecida, primera rectora general interina del Instituto Bernasconi, en 1958. Martha Salotti tenía como misión los cursos de perfeccionamiento docente, para todos los maestros del país. Una de las condiciones que puso fue la que se incluyera la materia "Lectura infantil-juvenil" y me convocó para que la diera. Como una derivación de esa cátedra en 1960, me pidió que enseñara a narrar cuentos. Yo nunca había pensado que eso se pudiera enseñar y menos desde un punto de vista catedrático. No ni como comenzar. Y lo empezamos haciendo, narrando. Entonces se volvió necesaria la selección del material, del mundo folklórico, del mundo literario. Abordamos con los maestros el gesto, el ademán, la voz, la reacción de los niños, el cómo proceder... Eso fue creciendo de una manera tal que los narradores no sólo lo eran en la escuela, como docentes, sino que nos reuníamos los sábados y la narración de cuentos se amplió a otros ámbitos, como asilos de niños y ancianos, hospitales, ciegos. Fue una proyección múltiple, invalorable y de la que quedan muchas cosas por contar.
Periodista: -¿De qué le sirve a los chicos?
Dora: -Venían chicos a montones, se completaba la tarea con el Club de Pintores. Martha Salotti insistía en que la escuela debía ser menos aburrida y tediosa y llevar a través del cuento la fiesta al alma, para liberarla.
Periodista: -Hay una teoría que sostiene que la oralidad está reservada a los sectores no instruidos y que la escritura, incluida la lectura, es para sectores instruidos. Usted si bien entiendo, vincula la oralidad a la lectura.
Dora: -Ahora viene la otra etapa. Los narradores tenemos recursos variados, y la síntesis es el lema de nuestro Instituto Summa: "De mi boca a tu corazón. Y de tu corazón a tu cabeza". Era un lema de Martha Salotti. Una de las cuestiones es desencadenar el interés, la curiosidad, el hacer apasionar por las peripecias de los personajes. Un modo es narrar un poco del cuento y despertar la intriga por el final. Tiene que ver con las cualidades de la maestra, de la bibliotecaria. En cuanto a lo que usted mencionó, respondería que se perdió una parte de la cultura al perder la expresión oral. La palabra viene desde que el mundo es mundo. La prueba está en que para los profundos estudios psíquicos, los médicos recurren a los mitos y doy fe que es una parte apasionante de la historia de la literatura para niños. En materia de un cuento folklórico, es profundizar la búsqueda del mito que ha dado origen al cuento.
Periodista:-¿Por qué se lee menos?
Dora: -Pienso que el adelanto de la tecnología ha contribuido a que no se lea, porque el informe, el comentario, el conocimiento de personas muy entendidas y preparadas a través de los medios de comunicación hace que la gente acuda a eso, se informe por ellos. La gente vive demasiado ligero. Casi no tiene tiempo para pensar.
Periodista: -¿Es un vértigo?
Dora: -Eso. Es un vértigo como se vive, especialmente en las grandes ciudades.
Periodista: -¿Ustedes narran sin mostrar láminas?
Dora: -En nuestra técnica la narración se desarrolla sin mostrar ninguna lámina y entre ellas incluyo las diapositivas, los objetos. Es decir, en nuestra narración no hay imágenes.
Periodista: -¿En ningún caso?
Dora: -Viene bien aclarar que la exigencia para mostrar una ilustración es que haya arte. Tiene que llegar el momento en que aún el niño de dos o tres años ESCUCHE, nada más. Que escuche y que el buen narrador le permita VER el cuento. Porque VER el cuento, es mirar para adentro. El chico verá al caballo como lo soñó, al árbol como lo soñó, a otro niño como lo soñó... Al hombre malo como lo imaginó. Y yo voy a ver el mío. Y voy a rechazar la parte del cuento que me hace sufrir, que no me gusta. Por eso afirmo que leer da libertad. Quien está preso puede ser libre con la imaginación creadora.
Periodista: -¿La escuela le quitó placer a la lectura?
Dora: -Creo que sí, por la obligatoriedad. No quiero ofender a los excelentes maestros que hay, pero me parece que las exigencias y la rigidez de los programas, más la rutina, quitaron el encanto, por ejemplo de contar un cuento. El maestro que se sienta, que rompe la estructura del aula, que aproxima a los niños, que los ubica a su alrededor y que crea el clima de libertad, que se hace el "loco o la loca", que rebuzna, que ladra, ese es para los chicos, otro maestro, es como uno de ellos. Del mismo modo que cambian la mamá y el papá, sobre todo el papá, que propone ese juego. Que dejan de ser hombres serios que vuelven a la casa cansados, preocupados, sin ganas de nada. Ese papá que se sienta a contar cuentos, es otro papá.
Periodista: -¿Cómo se introduce al niño en la lectura, en la narración?
Dora: -Con el libro al lado. "De la narración al libro", es otro lema de la institución, procurando tener consigo los libros que propone. Narrar es decir "acá está". No indicarle al chico que en la casa le compren tal o cual libro. Cuando le preguntamos si leyó el cuento que se llevó, nos responde que no era tal cual se lo habíamos narrado. Le explicamos entonces que nosotros se lo contamos con nuestras palabras y él lo lee con las palabras del escritor. Aún las grandes obras se refuerzan con la palabra oral, con el sentimiento. Se trata de poner en estilo directo el estilo indirecto del escritor.
Periodista: -¿Hay, en efecto una literatura infantil, la de Pinocho y tantos personajes?
Dora: -¡Cómo no va a existir! Desde el momento que hay un destinatario, existe, y si es bueno, ese libro también lo va a leer un adulto. Arte para los niños es arte para la humanidad. Y el niño puede leer algo que no entienda del todo, si es sano.
Periodista: -¿cuál es la función de las bibliotecas?
Dora: -Lo ideal es que quien está en la biblioteca sea un buen narrador. Es la forma para hacer las recomendaciones adecuadas. Que mejor si alguien busca algo sobre el Descubrimiento de América, lo interesen con un cuento sobre Cristóbal Colón y le dan "Guaquimina" de Martha Salotti, que empieza con una historia de tres ángeles que Dios llama y envía a la tierra hasta la cuna de Colón.
Periodista: -¿Los chicos son críticos?
Dora: -Fui narradora contratada por la Municipalidad de Buenos Aires para ir por los barrios, incluso villas de emergencia. Cuando los chicos me veían llegar dejaban el partido de fútbol gritando:"¡Ahí viene la "cuentadora" de cuentos"! Chicos carenciados que se encontraban con la palabra mágica. El que tiene imaginación creadora la va a sacar a flote. Y son críticos, cuestionan la forma de narrar si no les gusta, o si algo, un gesto, un movimiento, les parece que no es conveniente al cuento.
Extraído de: EL MANGRULLO, Año 7 Número 81 - 1 de abril de 2007
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