Reseñado por Marcelo Bianchi Bustos
Autora: Margarita
Mainé[1]
Las
cortinas rojas
Buenos Aires: Editorial Norma
ISBN: 978-987-545-634-1
Ilustraciones de Mariela Califano
Una familia comienza a sufrir las
consecuencias de la crisis económica y todos sus integrantes deben mudarse, no
sólo de departamento sino también de barrio. El nuevo lugar no le gusta ni a la
madre ni a sus hijos pues todo es muy distinto a lo que estaban acostumbrados. De
repente a Ema, la madre, se le ocurre una maravillosa idea: “compró cortinas
rojas para que por la ventana no se vieran esas casas desprolijas que parecían
de cartón, con chapas en los techos”.
Desde ese momento se generan para ellos dos
mundos, el adentro con olores agradables, con comida y algo de aburrimiento por
la monotonía; el afuera con sus desigualdades, con muchos chicos jugando con
sus pies descalzos que se reunían en la puerta de la casa de los nuevos vecinos
(no sólo a espiar sino para sentir los ricos olores que salían de ella).
Desde lo simbólico se puede pensar en que
el color de la cortina fue muy bien elegido: es roja. Es un color que
representa al pecado, a todo lo malo que hay en este mundo. Y eso ocurre: esa
cortina roja actúa como una protección en contra de la sensibilidad, de la
posibilidad de la empatía, de la común-unión de los hombres.
Ese color rojo separa esos dos mundos a
los que se hizo referencia hasta que una noche, Anita, la hija, se despierta y
le dice a su madre que tiene hambre. Ella le cocina algo y le luego dice a su
niña “No se puede dormir con hambre”. Tal vez son tan solo unas palabras
comunes pero que le sirvieron para que su conciencia despertara. La cortina
pasa de ser un muro a ser un mantel y la olla comienza a crecer de una manera
magnífica. Esa cortina roja pasa de ser algo que separa a ser algo que une, que
los hermana y que, al menos por unos momentos, ayuda a la igualdad.
Una vez más, una obra de Margarita Mainé
que puede ser disfrutada por niños de todas las edades.
[1]
Escritora argentina, Profesora de Educación Preescolar. Ha escrito, entre
otros, Un incendio desastroso, Cuentos
para salir al recreo, La familia López, etc.