Autor: Marcelo Bianchi Bustos
“Un
clásico de la literatura, de la música, de las artes, de la filosofía, es para
mí una forma significante que nos lee más de lo que nosotros la leemos. No
existe nada paradójico y mucho menos de místico que esa definición. El clásico
nos interroga cada vez que lo abordamos… Un clásico nos preguntará ¿has
comprendido? ¿has vuelto a imaginar con seriedad? ¿estás preparado para abordar
las cuestiones, las potencialidades de ser el transformado y enriquecido que he
planteado?” (Georges Steiner)
La cita de Steiner sirve para darle un marco a la
obra de una escritora que se ha transformado en clásico. Y des pues de todo qué
es un clásico sino un texto que se ha leído a lo largo del tiempo y que
permanece en la memoria colectiva de los lectores, qué es un clásico sino esa
obra que interpela al lector, que lo lleva a pensar(se) en lo que leyó (o
releyó) pues un libro clásico nunca de ja de (re)leerse. Tanto las ilustraciones
de la escritora inglesa Beatrix Potter (1866 - 1943) como sus cuentos son
clásicos.
Su historia como escritora se inicia en el año 1893
cundo le escribe al hijo de su antigua institutriz llamado Noel Moore una carta
en la cual, a través de palabras e imágenes narraba la historia de un conejo,
Peter Rabbit. Los niños se iban motivando con sus historias pero ella no
consiguió quien le editara la obra y la primera edición fue costeada por ella.
Su éxito hizo que un editor le prestara atención a la obra y es así como en
1902 comienza a editarse de manera
masiva.
Cuando se piensa en escritoras de ruptura muchas
veces se hace referencia al siglo XX. En realidad Potter fue una de las
primeras en romper con viejos cánones en las historias y con la producción que
estaban realizando muchos de sus contemporáneos. Se puede decir, sin temor al
error, que es una autora moderna, creadora de un mundo distinto y que muestra
una realidad viva. Si bien sus personajes son animales, las historias están
alejadas de las fábulas y no pretenden enseñar nada sino mostrar la conducta de
los personajes. Ellos son “políticamente incorrectos” y eso es lo novedoso. Por
medio del lenguaje Potter logra que el lector
se identifique con los personajes que muchas veces desobedecen a los
adultos, que son capaces de ingresar en propiedades
ajenas y cometen la travesura de robar alimentos pero que es capaz de escapar
de todos los castigos, excepto de un fuerte dolor de estómago por haber comido
mucho:
“Lamento decir que Perico[1]
se sintió algo indispuesto aquella noche.
Su madre lo acostó, le preparó
una infusión de manzanilla amarga … ¡y se la hizo tomar al pobre Perico!
“Una cucharada sopera antes de acostarse”,
tal como decía el médico.
En cambio, sus hermanas Pelusa,
Pitusa y Colita de Algodón cenaron tan ricamente: sopas de leche con pan y, de
postre, zarzamoras”. (Potter, 2013: 20).
Hay una
lógica de las acciones en la obra y una constante al final de muchos de los
cuentos: los animales terminan despojados de sus ropas. Se lo puede ver a Peter
con su hermosa chaqueta azul que pierde en el huerto del tío Gregorio, el lugar
en el que había muerto su padre. Sus
historias gustaban tanto que llegó a vender cerca de 45.000.000 de copias.
La propia autora dijo: “Creo que escribo
cuidadosamente porque disfruto escribiendo y me hace gracia imponerme ese
esfuerzo. Escribo para agradarme a mí misma”. Ese disfrute se lo puede observar
al ver los paisajes, las expresiones de cada uno de los animales, al observar
que en cada palabra o imagen hay ternura y amor.
Su obra en
la sala
Los cuentos de Beatrix Potter pueden ser leídos,
narrados o disfrutados por medio de una serie de cortometrajes que se
encuentran disponibles en www.youtube.com
. Ninguna de las opciones invalida a las otras y tal vez sea interesante hacer
uso de las tres para disfrutarla a pleno y poder aprehenderla desde diversos
sentidos. Si se opta por el visionado de alguno de sus cuentos por medio de las
películas hay que pensar en algunas cuestiones didácticas que deben estar
presentes:
·
Presentarles a los niños lo que van a ver
·
Proyectar el cortometraje en un espacio cómodo,
que no existan interrupciones de nadie de afuera y que – de ser posible – el
lugar se parezca a un cine.
·
El docente debe ir acompañando la proyección con
algún comentario, con un análisis no solo sobre lo que va pasando sino sobre la
música que aparece o sobre las imágenes.
·
Una vez terminada la película se deben evitar
preguntas vinculadas con la recuperación de lo que se vio sino que es
interesante llevarlos hacia el plano del placer y de aquellos que les gustó de
lo que acaban de ver.
Si se elige leer o narrar hay que tener en cuenta
que la imagen debe formar parte de un momento posterior para buscar que los
niños se imaginen cada uno de los personajes y las acciones que irán
escuchando. Lo importante es primero escuchar para imaginar y recién después
mirar. Para la lectura, aunque suene obvio, lo primero es que el docente
practique el texto en voz alta muchas veces y que sea realmente una lectura
expresiva. Usar distintas entonaciones, respetar los signos, imitar las voces
de los personajes y su manera de hablar hará que los niños se motiven. Como
sostienen Ortiz y Zaina (2016: 77)“leer un libro frente a los chicos implica
relacionarlos placenteramente con un portador de texto muy significativo para
ellos. La actitud lectura del docente, su posición corporal, su concentración
en la letra escrita, el desplazamiento de la mirada y el volteo de las páginas,
pueden parecer hechos muy simples; sin embargo, estarán brindando un modelo
lector muy importante para favorecer en los chicos su encuentro con los
libros”.
Comenzará la lectura presentando el cuento y el
libro desde el que va a leer pues el contacto con el portador es importante
para continuar familiarizando al niño con el mundo de la cultura letrada.
Por último, también estos cuentos pueden ser
narrados. Ellos cumplen con las características que señaló Marta Salotti, una
de las precursoras del nivel inicial que deben tener los textos para el Jardín
de infantes: brevedad, sencillez, ternura, gracia y belleza. Para narrar hay
que considerar algunas cuestiones básicas:
·
El maestro narrará sentado y deberá cautivar a
través de la palabra. Es él quien le presta la voz al texto para que se
materialice, para que cobre vida, para que sea escuchado. Como escribió
Pastoriza de Etchebarne (1994) el narrador debe olvidarse de su lucimiento
personal entregándose a darles vida a los personajes para que quienes lo
escuchen lo puedan disfrutar.
·
Se podrá optar por hacerlo en el salón o al aire
libre. Tal vez narrar alguno de estos cuentos en el exterior significaría poner
a los niños en contacto con la naturaleza que es la protagonista de la obra de
Potter. Los niños estarán sentados y escucharán atentos la historia.
·
En caso de que se narre en la sala se recomienda
poner en la puerta un cartel que diga “Estamos narrando” para que nadie
interrumpa ese momento único de entrega que es el de la narración.
·
Se usara alguna fórmula de inicio y de cierre
pero deben evitarse las que no son propias de este tipo de cuento (por ejemplo
las de los cuentos maravillosos).
Cualquiera sea la opción, lo central debe ser el texto
y luego la imagen. No debe prescindirse de ella en ningún momento aunque se la
deje para un segundo momento a excepción de que se decida usar el kamishibai (o
teatro de palabras) donde se irán presentado las imágenes a medida que avanza
la historia.
Para cerrar …
Según relata
Bettina Hurlimann (1982) durante le Segunda Guerra Mundial (1939 - 1945)
los niños de las ciudades inglesas que marchaban a la evacuación campesina
llevaban entre sus objetos más queridos a Peter Rabbit.
Hoy tal vez muchos se deje su obra de lado bajo la
seducción de autores del siglo XXI que posiblemente poco sepan de la infancia. Hay
que volver a la obra de Beatrix Potter porque sus historias son eternas y
nuevas al mismo tiempo y como dice Ana María Machado (2003: 27) “no tiene fecha
de expiración, ni pérdida de garantía”.
Todos los personajes pueden hacer su aparición en
la sala para el disfrute de los niños y
que seguir haciendo que un clásico siga siendo clásico.
Referencias bibliográficas
HURLIMANN, Bettina (1982) Tres
siglos de Literatura Infantil Europea, Barcelona: Juventud.
MACHADO, Ana Mría (2003) Clásicos,
niños y jóvenes, Bogotá: Norma.
ORTIZ, Beatriz y ZAINA, Alicia (2016) Literatura en el jardín de infantes. Criterios y propuestas para la
acción, Rosario: Homo Sapiens.
PASTORIZA DE ETCHEBARNE, Dora (1994) El arte de narrar. Un oficio olvidado, Buenos Aires: Guadalupe.
POTTER, Beatrix (2013) Cuentos
completos, China: Beascoa.
STEINER, George (1998) Errata, el
examen de una vida, Barcelona: Siruela.